Importancia de la asignatura de Religión

La asignatura de religión participa de la admiración, el rechazo e indiferencia que acompañan a Jesucristo en medio del mundo. No es extraño que personas contrarias a la fe la rechacen. Más preocupante resulta que los creyentes vean en ella una asignatura de rango menor. Esto hace que la labor del docente de religión se encuentre con el obstáculo de alumnos y padres que piden sistemáticamente una rebaja en la exigencia de esta asignatura, como si los contenidos de la misma no fuesen importantes en la formación escolar integral. Tampoco podemos obviar que en ocasiones se ha identificado la asignatura de religión con la organización de ciertas campañas solidarias o con la impartición de valores con escasa referencia al que llena de valor toda la existencia, Cristo.

Sin embargo, cuando se encuentran el docente vocacional enamorado de su profesión y el alumno que se admira ante los contenidos de la misma, los resultados beneficiosos son incalculables para unos y otros. ¿Por qué no aspirar a que todos demos el lugar que corresponde a esta importante asignatura?

La Asignatura de Religión no es catequesis

Quizá, uno de los grandes problemas que arrastra la asignatura es el no conocer el verdadero lugar que ocupa. Con mucha facilidad se identifican las clases de religión y la catequesis. No se habla de ellas como actividades complementarias, sino como sustitutivas. Según esto, quien hace una no tiene necesidad de la otra. Catequesis y enseñanza religiosa no se identifican; son complementarias. Hay aspectos iguales y hay otros que las diferencian. El contenido doctrinal en ambas es básicamente el mismo: los elementos fundamentales de la fe y de la moral católica.
Sin embargo, los mismos contenidos se enseñan en la escuela con la finalidad de que se aprendan junto con otros conocimientos, con los mismos medios que todas las áreas: sistemática, orgánica y científicamente expuestos, sujetos a las reglas de la recta razón, según la edad de los alumnos, y de forma que puedan ser contrastados con cualquiera otra ciencia. La enseñanza religiosa católica evalúa la adquisición de conocimientos, no la fe del alumno. Por lo cual, es una asignatura válida también para los no creyentes.

Tampoco se reduce a simple cultura religiosa

No es suficiente dar clases de cultura religiosa para que los alumnos comprendan mejor la pintura, la escultura, las costumbres, las fiestas religiosas. La enseñanza de la religión busca responder a la necesidad más profunda y más radical que tiene el ser humano: el deseo de infinito, la búsqueda de la verdad y de una Verdad universal y única.

La asignatura de religión responde con rigor académico a las grandes cuestiones humanas y sale al paso de la fragmentación del saber.

El pensamiento relativista no se atrevería a contestar de forma segura y coherente a la pregunta ¿Qué es el hombre? Sin embargo, eso deja sin rumbo a todo el sistema educativo y su finalidad. Si la educación es la capacitación de que el alumno llegue a ser aquello que está llamado a ser, y no sabemos qué está llamado a ser, ¿qué sistema educativo diseñamos? La falta de respuesta unitaria obliga a una fragmentación del saber que impide tener una visión de conjunto adecuada. Inundamos de datos y técnicas pero no capacitamos a la persona para utilizar adecuadamente esas técnicas y contenidos para el bien común y personal. Esta fragmentación del saber ha contribuido notablemente a la proliferación de crisis de identidad cultural, de valores, de tradiciones, de sentido de la existencia.

El cristianismo es la toma de distancia necesaria para ver lo constante dentro de la cambiante actividad humana. Es una auténtica sabiduría porque «Cristo revela el hombre al propio hombre» (GS 22).

La Religión, asignatura  necesariamente apasionante

En otras asignaturas profundizamos en partes de la Creación. La religión tiene por objeto al creador mismo y su relación de amor y salvación con el hombre a través de la historia.

Jesucristo es la persona más fascinante que ha pasado por la Historia del hombre. Es el Maestro, el Verbo Encarnado; la sabiduría que lo penetra todo, lo invade todo (Sab 8); el que crecía en estatura y sabiduría y gracia; el que expresa su sabiduría en el ámbito académico al estar en medio de los doctores; El que es la Verdad, el camino y la Vida. El Maestro que enseña con ejemplos cotidianos las grandes verdades. Enseña con palabras y hechos. El que manifiesta el peligro de la ignorancia y el límite de nuestro conocimiento «Padre, perdónales porque no saben lo que hacen»). El que enseña el sentido último del dolor, el perdón, el amor; el que muestra un conocimiento profundo de la enfermedad, de la psicología, del espíritu humano. Realmente, una persona así ¿no merece un estudio detallado en la escuela?
Y la Virgen, de quien se afirma «el Señor es contigo, bendita tú entre las mujeres; de ti nacerá la salvación»; la que acoge en su seno la sabiduría hecha carne. La que enseña al maestro y aprende de Él la sabiduría más difícil y complicada: el sentido de la cruz. Se une a esa sabiduría y la hace vida. Enseña al Verbo a ser religioso, a adorar a Dios, a respetar la ley, a acompañar y amar incondicionalmente; y todo desde la humildad y sencillez de la sierva del Señor ¿no merece ser estudiada también esta mujer tan extraordinaria?

La clave moral de nuestra existencia

La asignatura trata de entender al hombre como ser moral. Somos libres y de nuestras decisiones depende el curso de este mundo y el destino eterno. Los cristianos pensamos que las bases de la ética son religiosas, y que sin estas, no se entiende suficientemente el mandato de hacer el bien y de evitar el mal. Detrás del «no matarás» estamos defendiendo el carácter sagrado de la vida. Del «no robarás» está nuestro ser solidario, el respetar la propiedad ajena y la necesidad de compartir, etc.
Una educación integral debe incluir esta dimensión moral. De poco servirán la acumulación de conceptos y técnicas si no hay un espacio específico en el que se eduque en la moral utilización de esos medios para alcanzar el fin debido.

Asignatura que potencia la libertad del alumno

La libertad supone la posibilidad de elegir. Pero no se puede elegir lo que no se conoce. La clase de Religión potencia la libertad. Quienes deseen ser católicos lo podrán ser con conocimiento de causa, y los que se inclinen por ser ateos, lo harán también de forma más consciente y responsable.

Más que el rechazo a la religión, el problema hoy es la ignorancia religiosa. Resulta más fácil negar una verdad que investigarla. Para poder rechazar algo, primero hay que conocerlo. Hoy en día, muchos reniegan de una religión que no han conocido, y sobre la cual solamente se les han transmitido determinadas leyendas negras.

La religión nos ayuda a comprender la cultura que hemos heredado. La fe está en la raíz de muchas de las expresiones de la cultura europea. Un joven no podrá entender la pintura, la mÚsica, la escultura, la arquitectura, la filosofía, la historia, la política, el folclore, las tradiciones, el lenguaje si no conocen en profundidad los fundamentos de la religión católica. Y lo mismo cabría decir, en un nivel más genérico, de una comprensión mínima de las demás religiones, para poder asomarnos a esta «aldea global» en la que vivimos.

Por último, y no menos importante, el profesor de religión es una persona muy cualificada. Además de luchar por vivir lo que enseña, está preparado académicamente con una titulación igual o equivalente a la del resto de los profesores de su centro escolar. Además ha hecho un estudio de la teología y didáctica de la religión católica adecuados a la etapa en la que va a impartir las clases. Y cuenta con la confianza del Obispo, que le ha entregado la misión canónica para compartir con él, la misión de enseñar la doctrina católica.

En resumen

La asignatura de Religión responde de forma completa y coherente a las grandes preguntas, aportando razones para amar, razones para creer y razones para esperar. Ofrece una explicación ordenada y razonada de los fundamentos, contenidos y exigencias morales de la Religión Católica, y logra una comprensión de la vida religiosa adecuada a cada edad y nivel de desarrollo cultural, conociendo el valor e influencia del cristianismo en la Cultura Europea.

La religión es el corazón de la escuela, al propiciar que todos los conocimientos y técnicas del resto de asignaturas descansen en una verdadera persona que los pondrá al servicio del bien y la salvación de los hombres; para que en toda actividad humana prime el mandamiento del amor.

D. Abel Arrieta, Vicario de Educación

septiembre, 2015